Por el Dr. Ramón Alberto Chavez MP. 3203
“Seguramente esta Pandemia nos enfrentará a nosotros mismos individualmente y en forma colectiva y saldremos mejores”. Palabras más, palabras menos esa es la reflexión que desde algunos medios de comunicación y también desde el común de la sociedad se hizo. Y aquí estamos, año y medio luego del inicio de esta pandemia y tal vez es un buen momento para evaluar y evaluarnos.
Es imposible negar que además de los millones de decesos por este fatídico virus pandémico, la historia de la humanidad se verá con una enorme cicatriz moral en el tratamiento de esta situación; Santiago del Estero en particular, y Argentina en general son micro espacios, a mi entender, de análisis de un conjunto de sociedades y entes gubernamentales, no gubernamentales y para gubernamentales que deberán recapacitar al respecto.
Nos hemos detenido una y otra vez en discusiones banales que poco tenían para colaborar en lo que debía ser un trabajo conjunto para evitar en grandes escalas lo que de por si era inevitable, la muerte de muchos ciudadanos.
Y más allá de debates serios y que seguramente debían darse respecto a la esencialidad de algunas actividades, el rescate económico de pequeños y medianos comercios, productores, la necesidad de poner atención a cuestiones imprescindibles como el flagelo de la violencia de género en contextos de confinamiento y otros temas impostergables, hubo cuestiones que tal vez desde la concientización personal de la peligrosidad de la circulación de este virus, debieron ser de cumplimento irrestricto.-
Michael Ryan, Director Ejecutivo de Programas de Emergencia de la Organización Mundial de la Salud al hablar de transmisión del virus, expresó que en el fondo se habla de la conducta de la gente: “Podemos hablar de los distintos tipos de transmisión, pero el contacto es el principal vehículo de contagio. Nuestra conducta puede facilitar o frenar la transmisión. (…) Hay contextos [como una discoteca u otro espacio público] que pueden provocar una transmisión comunitaria, lo hemos vista en residencias de ancianos o dormitorios. (…) Así que se trata de una cuestión de proximidad, de intensidad y de duración”. Por ese motivo, destacó: que “todos y cada uno de nosotros tenemos que ser conscientes de nuestro propio riesgo. Cada quien debe pensar en cómo se produce la transmisión, dónde se mueve y poder controlar el destino propio y no sólo depender de los gobiernos. Es algo que podemos hacer”.
Hace unos días la Dra. Carla Geréz, directora del hospital distrital Francisco Vittar de la ciudad de Tintina, Santiago del Estero expreso que los casos positivos y los casos estrechos circulaban por la ciudad. Solo ello es una mínima expresión de una multiplicidad de casos y situaciones que como sociedad hemos incumplido las restricciones de circulación impuestas. Los Gobiernos pueden dar pautas de comportamiento apoyados en la Ciencia, pero en definitiva todo se reduce a una decisión personal, puesto es una responsabilidad compartida entre individuos, sociedad y Gobierno. Nadie se salva solo en esta pandemia.-
Como corolario: esta calamidad mundial nos puso en jaque como personas y colectivo social. Tuvimos y aún tenemos la oportunidad de volver sobre nosotros mismos y repensarnos, evaluar que hacemos y como lo haremos desde lo personal para colaborar que este virus no solo no se propague, sino también que mute, produciendo nuevas cepas más virulentas y mortales. Es quizá la hora de dar un paso al costado y evaluarnos, repasar que hicimos, que dejamos de lado y debimos hacer, quienes se contagiaron, y quienes (no solo cuantos, porque a veces el frio numero despersonaliza la situación que atravesamos) han partido hacia otro plano.
La pandemia nos recordó algo que tal vez en el devenir diario, en la vorágine social que vivimos (de redes, trabajos, y mil distracciones), habíamos olvidado: nuestra mortalidad y finitud. Pero también nos recordó que somos seres sociales, que vivimos en comunidad, y que debemos ser responsables por nosotros y los otros, ese amor abnegado por el otro.-
Podemos hacerlo mejor, mucho mejor, cuidándonos y cuidando al del lado, sin evaluar al que no lo hace, sin ser jueces del de la par, pues existe una justicia que se debe encargar; ya volverán los abrazos y los besos, las juntadas interminables, ya volverán esos días que esas chacareras entre amigos no sean clandestinas; por ahora guardemos las guitarras, abracemos la responsabilidad y atesoremos la vida.-