Una seria falencia que es común a los países sudamericanos es el expolio del patrimonio histórico desde hace siglos, que alimentó un mercado negro en beneficio de museos en los países desarrollados y colecciones privadas. Puede afirmarse que, por regla general, en este subcontinente no se custodia el patrimonio histórico, arqueológico o cultural. Pero desde hace algunos años al menos en Santiago del Estero esa tendencia se redujo de manera ostensible.
El descubrimiento de las actas originales de la declaración de la Autonomía Provincial, el 27 de abril de 1820, más documentos previos y posteriores de ese momento crucial de la conformación de la provincia echan una luz de esperanza. Como informó en primicia Noti.News, el Archivo Histórico de la provincia halló este documento que estaba extraviado hace más de un siglo y que siguió un accidentado itinerario hasta que regresó a la provincia. Pero confundido entre actas de la colonia y la época postcolonial pasaron décadas hasta que fueron descubiertos por casualidad, o tal vez no.
La recuperación de este valioso documento a 201 años de la Autonomía Provincial es fruto del compromiso de funcionarios que llevan adelante su tarea con una pasión que excede el mero cargo público. Si no, esos documentos seguirían durmiendo quién sabe cuántas décadas más, a la espera de algún ávido investigador. En esos polvorientos anaqueles de los archivos descansa una gran parte de la memoria de la provincia y la constancia en desentrañar sus secretos permitió este descubrimiento.
Se trata, ni más ni menos, que del acta de nacimiento de la provincia, en tiempos turbulentos y violentos. Cuando Santiago del Estero era un mero apéndice de Tucumán, que soñaba en constituirse en república. Y para defender esa autonomía habría que enfrentar batallas y escaramuzas sangrientas, de anónimos paisanos que no se mencionan en las crónicas, hasta lograr un pacto de paz en Vinará, en 1821.
Santiago del Estero abriría una camino al federalismo y la constitución de los estados provinciales en ese difícil proceso de “organización nacional”, como lo llaman los historiadores, marcado por las guerra intestinas y los levantamientos.
Es un homenaje a los próceres, Juan Felipe Ibarra y Juan Francisco Borges, pero también a tanta gauchada anónima que ofrendó su vida, que esa acta constitutiva del estado provincial sea rescatada del olvido y exhibida a nuestros contemporáneos. No son pocos los documentos históricos que desaparecieron de los archivos, por ejemplo las actas de la fundación de la Madre de Ciudades: ya sea la primigenia El Bardo de Santiago del Nuevo Maestrazgo de Juan Núñez de Prado, como el Santiago del Estero de Francisco de Aguirre, apenas trasladado a unos pocos tiros de arcabuz de la primera. Esos documentos jamás fueron hallados. Pero también fueron depredados o se perdieron por la desidia, en las inundaciones del subsuelo de tribunales o los incendios del Santiagueñazo, o su posterior depósito negligente en Gendarmería Nacional, durante la última intervención federal. Numerosos manuscritos de nuestra larga historia desaparecieron porque fueron hurtados y fueron vendidos a coleccionistas, o se degradaron por falta de cuidado.
Aquí volvemos a rescatar la idoneidad y el esfuerzo de funcionarios y empleados del Archivo Histórico, como de Patrimonio Histórico, que buscan revertir esa desidia que prevaleció sobre nuestra historia. El hallazgo de documentos en archivos de Bolivia que demuestran que Núñez de Prado había fundado la primigenia El Barco de Santiago del Nuevo Maestrazgo, o este reciente descubrimiento de las actas autonómicas, dan cuenta de este positivo cambio.