Solemos relacionar a la felicidad con las cosas que nos pasan, creemos que somos felices cuando nos pasan cosas buenas y que no lo somos cuando nos pasan cosas malas.
También muchas veces asociamos la felicidad con lo que tenemos y poseemos. Que mejor que estos momentos en el que hemos estado privados de tantas cosas, como ir a dar un paseo, compartir con personas (esas cosas pequeñas que teníamos y pasábamos por alto) y ver como eso va tomando más valor.
La felicidad es una construcción, es un estado de ánimo y es una manera de mirar la vida. La verdadera felicidad viene de adentro, tiene que ver con la paz interior, con la serenidad.
Creemos que ser feliz es pasarla bien todo el tiempo. No es la euforia, no necesariamente es la alegría, uno puede estar triste y ser feliz, ser feliz es amar la vida.
La cuarentena nos enseñó que es totalmente distinto la distancia emocional de la distancia física. Nos encontramos en este tiempo, reconvirtiéndonos, rearmándonos, replanteándonos el mundo y que hicimos hasta ahora. En estos tiempos que estamos atravesando de pandemia, en donde sentimos que no sabemos qué va a pasar, por lo cual la toma de decisiones, sobre todo las más importantes, se nos dificulta a muchas personas.
Cuando no sabemos lo que va a venir, nos genera tanta ansiedad e incertidumbre que ese malestar nos tiende a querer controlar que el resultado que obtenga sea el que espero. Sin embargo desde mi experiencia como Psicóloga en el transcurso de estos tiempos, pude ver como muchas personas lograron grandes transformaciones en sus vidas, a partir de esas decisiones que los llevaron a cambios tan significativos, como renunciar a trabajos que no les generaban alguna satisfacción; cortar lazos familiares que les hacían daño; tomar contacto con lo que les genera placer; empezar a habitar sus hogares y que no sean solo de tránsito; y por sobre todo parar el piloto automático y observarse.
Como así también muchas personas tuvieron que encontrarse primero con sus sombras. El tiempo tiene mucho que ver con la felicidad, esto que muchos de los orientales nos vienen diciendo de vivir el “aquí y el ahora”, en el tiempo presente.
Seguramente son frases que comprendemos y podemos repetirlas quizás, pero lo cierto es que poder vivir desde esa convicción tiene todo un trabajo. Paradójicamente algo que nos enseñó, este tiempo, es a valorar “El Tiempo”.
-¿Cuánto tiempo le dedico al trabajo?-
-¿Cuánto tiempo le dedico al exceso de agotamiento?-
-¿Cuándo tiempo le dedico al disfrute?-
-¿Cuánto tiempo les dedico a mis amigos y amigas?-
-¿Cuánto tiempo le dedico a mi familia?-
-¿CUANTO TIEMPO ME DEDICO A MI?-
Se observa hoy en día a personas que ya no tienen ganas de correr desde las 7am, hasta la mayor parte de su día. Entonces se podría plantear que “no saber lo que va a venir, es lo mejor que nos puede pasar”, porque justamente nunca sé.
Así como tendemos a pensar en lo malo que nos puede pasar, ¿mira si también podríamos pensar que todo lo bueno y lo que uno sueña y anhela puede pasar? Pongamos la incertidumbre a nuestro favor.
Por la Licenciada María Cecilia Petros, MP 683