Las últimas medidas del gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández apuestan a reactivar de una vez la administración después de un mes en el que se acentuó la crisis económica en Argentina, con una inflación y una pérdida de poder adquisitivo trepidante. Es un lavado de cara que procura reactivar la gestión, frente a la profundización del deterioro socio-económico, que compromete los proyectos de continuidad en 2023.

 

Ya en las elecciones del 14 de octubre del año pasado el gabinete sufrió un remezón con los resultados adversos en gran parte del país, que eyectaron a varios funcionarios.

 

Y hace menos de un mes, 24 días exactamente, la renuncia del ministro de Economía Martín Guzmán sacudió al gobierno y fue reemplazado por Silvina Batakis. Pero pese a su sinceramiento sobre la necesidad de ajustar las cuentas públicas y buscó tranquilizar a los mercados.

 

Pero el espiral de desconfianza se acrecentó y el dólar “libre” subió 100 pesos en ese lapso, con un impacto directo sobre toda la economía, pese a que se lo considere marginal. Esto, sumado a la inflación, horadó aún más la cadena comercial y recayó sobre los consumidores, cuyo poder de compra se esfuma. Entretanto, el gobierno lanzó un “dólar soja”, para permitir que se liquidara esa oleaginosa e ingresaran dólares frescos a las alicaídas arcas estatales. El dólar blue bajó levemente.

 

Mientras la ministra de Economía finalizaba su encuentro con Kristalina Giorgieva, titular del Fondo Monetario Nacional, con el compromiso de continuar la reducción del gasto y cumplir con las metas acordadas para aliviar los vencimientos de la deuda, la sorprendió a su regreso las versiones que ubicaban a Sergio Massa como “superministro” de Economía. Pero el propio titular de la Cámara de Diputados relativizó las versiones y extendió la expectativa.

 

Esto desencadenó una serie de renuncias y nuevas designaciones 24 horas después, tras la confirmación de Massa. Batakis pasó a presidir el Banco Nación, mientras que renunciaron Julián Domínguez (Agricultura y Ganadería), Gustavo Béliz (Asuntos Estratégicos) y Daniel Scioli (Producción). Aunque no se descarta que las modificaciones en el gabinete nacional continúen.

 

Massa ahora pasó a concentrar Economía, Agricultura, Ganadería y Pesca, además de Producción, por lo que la salida de sus titulares no generó vacantes. Mercedes Marcó del Pont pasó de Afip a Asuntos Estratégicos y fue cubierta por Carlos Castagneto en el organismo recaudador. Cecilia Moreau se convertirá en presidenta de la Cámara de Diputados.

 

Los “mercados” recibieron de manera positiva a Massa, por lo que su designación parece haber generado expectativa en el flamante funcionario. El propio Massa insistía con esta propuesta desde antes de la salida de Guzmán, también como un desafío para revertir la caída de la economía y proyectar su posible postulación como presidenciable para el año próximo. Su proyecto político de 30 años está atado a su suerte en su nueva función.

 

Se trata de una de las últimas chances para remontar una gestión que parece estancada, lo que despierta críticas dentro y fuera del gobierno. Además, reaviva a una oposición que va desde el liberalismo incendiario de Javier Milei hasta el recargado de Juntos por el Cambio, que promete dejar de lado el gradualismo, para que las consecuencias sean pagadas por los sectores menos pudientes.

 

Ese marasmo golpea a las grandes mayorías que sufren el deterioro de su calidad de vida, por lo que urge una reactivación de la administración para recuperar la iniciativa en una economía desbocada. De eso dependerá la suerte del Frente de Todos en su camino hacia las elecciones presidenciales de 2023 y de evitar el retorno de la derecha. Ese es el plazo, cada vez más exiguo, para revertir una realidad cada vez más compleja y adversa.