Luiz “Lula” da Silva obtuvo casi el 48% y Jair Bolsonaro un 43%, en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de este domingo, lo que prolongó la definición hasta la segunda vuelta el 30 de octubre.

 

Las encuestadoras volvieron a dar la nota porque fallaron en sus previsiones de una victoria histórica de más del 50%, lo que hubiera significado imponerse en primera vuelta.

 

Tampoco previeron que Bolsonaro superara su techo histórico del 30% y quedara a tiro del candidato del PT. Entre ambos sumaron el 90% de los votos en las elecciones polarizadas, con otros candidatos que no movieron el amperímetro, pero que ahora se volverán indispensables para volcar la balanza en uno u otro lado.

 

Cabe indicar que quedó en claro que ambos candidatos no salieron indemnes de los cuestionamientos que arrastran. Lula por los casos de corrupción del Lava Jato y Petrobrás, que incluso pagó personalmente con la cárcel y le impidieron ser candidato en 2018. Desde su lado se defienden al esgrimir el lawfare, la persecución judicial y mediática.

 

Pero a Bolsonaro no le fue mejor con la política de subestimar la pandemia, que le costó al país medio millón de muertes, además de un aumento exponencial de la pobreza. A eso hay que sumar el aumento de la represión y la violencia en las favelas o de la destrucción indiscriminada de las selvas amazónicas.

 

Esta elección supone gran interés para Argentina, donde se juegan disputas similares: un duelo entre sectores con visiones diametralmente opuestas en 2023. El kirchnerismo se identifica con Lula y lo considera un aliado, mientras sectores duros de Juntos por el Cambio y los libertarios miran con simpatía a Bolsonaro. Es más, Javier Milei busca aprovechar el fenómeno de la “bolsonarización”, alineado a su vez con Donald Trump, que pretende revancha en EEUU.

 

Brasil es el país más influyente de Sudamérica, por su producto bruto y su desarrollo que supera a cualquier otra nación, aunque padece el denominador común de la desigualdad. Sea quien resultare ganador de estas elecciones, su influencia en Argentina no será menor, más allá de la alicaída alianza del Mercosur. Aunque claro, no son lo mismo: Bolsonaro se mostró en estos años hostil hacia el país y Lula, en cambio, fue uno de los impulsores de la Patria Grande.

 

Por estas y muchas más razones que exceden este somero análisis del resultado electoral provisorio, porque en definitiva se trata de una elección clave para Argentina y un anticipo –más allá de las grandes diferencias- de una puja de sectores ideológicos que se dará en el país en 2023.