Por Antonio D’Eramo

El 23 de agosto pasado, la “canciller en las sombras” de La Libertad Avanza, la economista Diana Mondino, disertó en la Universidad Nacional de Cuyo de la provincia de Mendoza ante una gran cantidad de estudiantes que fueron a analizar las propuestas en materia de relaciones exteriores de la agrupación política que lidera Javier Milei.

Frases contundentes como, “Argentina no va a comer gusanos” lograron sostener la atención del auditorio que realizó consultas públicas que derivaron en una evaluación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) u Objetivos Globales que fueron adoptados por numerosos estados nacionales y municipales y que pretende ser una hoja de ruta global que los militantes de La Libertad Avanza juzgan con desconfianza.

Los ODS o metas globales fueron establecidos en el año 2015 por la Asamblea General de Naciones Unidas y, difícilmente, se pueda estar en contra de objetivos como, por ejemplo, fin de la pobreza; hambre cero, o educación de calidad, entre otros 14 desafíos que deberían lograrse hacia el 2030.

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Sin embargo, las críticas comienzan cuando se analizan los modos de conseguir esas metas. Y, además, comienzan a surgir nuevos negocios e intereses ocultos detrás de las buenas intenciones que desembocan en tensiones como las que se registra en la actualidad entre la Unión Europea, repleta de reglas ambientales, que los países del Mercosur no están dispuestos a avalar, por citar un ejemplo.

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